Confieso que al escuchar por primera vez esta costumbre popularizada por los habitantes de Pomuch, en Campeche, sentí una mezcla de terror y asombro. Y aunque de inmediato me interesé en rescatarla para este proyecto, al momento de investigar un poquito y tratar de aterrizarla (pues aún faltan 4 meses para el día de muertos y me es imposible presenciarla) entendí que mi enfoque era incorrecto, no hay nada morboso en su costumbre, al contrario, es un acto de amor. La gente de Pomuch no olvida a sus difuntos, al contrario, conviven de manera espiritual y física, se acercan de una manera que no conocía y que me conmueve de una manera muy particular. Espero visitarlos en esas fechas para tener la suerte de documentarlo, ¡qué bella costumbre!